Debo confesar que no siempre me cuido como debería. Tengo que esforzarme para mantener un peso saludable, mantener baja la presión arterial, etc. De hecho, vuelvo a publicar este blog de 2019 como una forma de hacerme responsable ante ustedes, mis lectores. No quiero dar pautas que yo misma no siga en 2025.
Como cristiano, considero que la cuestión del ejercicio y el bienestar corporal es más una cuestión espiritual que física. A continuación, se presentan algunas razones por las que los creyentes debemos cuidarnos:
1. Somos creados a imagen de Dios.
La Biblia es muy clara en este punto: fuimos creados a imagen del Creador. Esa imagen quedó dañada con la caída de Adán y Eva, pero no destruida. Ese hecho por sí solo debería darnos motivos para cuidarnos.
2. Este cuerpo es el único que tenemos.
Este punto puede parecer una tontería, pero a veces vivimos como si tuviéramos cuerpos de sobra. Cuando éste se desgasta, no tenemos un reemplazo hasta el día de la resurrección.
3. La mala disciplina es un mal testigo.
Es difícil decirle a la gente que sea disciplinada en su estudio bíblico, su vida de oración, sus ofrendas, etc., cuando nos ven y ven que somos indisciplinados en el ejercicio y la alimentación. La falta de esfuerzo en un área de la vida suele ser un indicio de problemas en otras áreas.
4. La mala salud es costosa.
Al final, los costes de la mala salud se van acumulando. Las facturas médicas se acumulan y los costes de los seguros aumentan. Además, la mala salud nos hace menos productivos en el trabajo, y otros se ven obligados a asumir parte de nuestra carga.
5. Nuestras familias merecen algo mejor.
Francamente, no cuidarnos a nosotros mismos es una falta de amor. Nuestras familias se preocupan por nosotros cuando nos cuesta subir escaleras o encontrar ropa que nos quede bien. Nuestro amor por ellos debería motivarnos a hacerlo mejor.
6. Estar fuera de forma podría indicar idolatría.
Puede que estas palabras sean difíciles de escuchar, pero son necesarias. Si no podemos dejar de comer para cuidar nuestro cuerpo, debemos preguntarnos si algo más que Dios se ha convertido en nuestro dios. Por otro lado, también es posible idolatrar el ejercicio porque nos hemos convertido en nuestro propio dios, por lo que es necesario encontrar el equilibrio.
7. Mejor salud = más energía para hacer la obra de Dios.
La obra de Dios no es fácil. Quienes estamos en el ministerio sabemos que a veces las cargas son pesadas. Las horas suelen ser largas. Estar fuera de forma hace que el trabajo sea mucho más difícil.
8. El cuidado apropiado requiere descanso, y es bíblico descansar.
Dios espera que nos tomemos un tiempo libre, que nos concentremos en Él y disfrutemos de Sus bendiciones. De hecho, no tomarnos un tiempo para descansar puede ser una muestra de egocentrismo (es decir, que pensemos que debemos estar haciendo todo). Me cuesta, pero estoy aprendiendo.
9. Podríamos ser llamados al campo misionero.
Muchas organizaciones misioneras no consideran enviar a alguien que no esté en forma. El trabajo suele ser riguroso y el estrés de la vida intercultural se ve agravado por la mala salud.
10. Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo.
Esta verdad es difícil de comprender, pero Dios realmente vive dentro de nosotros (1 Corintios 6:19). Aquel que nos creó y habita en nosotros espera que seamos administradores sabios del cuerpo que nos dio.
Este artículo apareció originalmente en ChuckLawless.com.